martes, 20 de marzo de 2012

En Galicia : las únicas cascadas con horario de apertura y cierre


La central hidroeléctrica que controla el embalse de Santa Uxía es la causa de que la del río Xallas se convirtiera en una cascada con llave de apertura.

Libre en la naturaleza fue un espectáculo sin parangón, condicionada por el hombre, en los momentos en que se le da esa libertad perdida vuelve a recrear toda su belleza paisajística.

Se trata de la cascada del río Xallas, que tiene algunos privilegios como el de ser el único río de Europa que desemboca en el mar a través de un salto de agua y de poseer un mirador desde el que, además de la caída majestuosa, puede divisarse el Cabo Finisterre.

La avenida de agua tiene una fuerza inusitada. Cae en torrente y se levanta por el lado contrario en una especie de nube del mismo líquido.              Lee Más AQUÍ             

Atardeceres en la provincia de Almería




 




Atardecer en el Mediterráneo














Atardecer en el Desierto de Tabernas

En el sur de España hay un desierto,
es el Desierto de Tabernas,
casi un paisaje lunar, árido como la luna que lo contempla desde lo alto.












Aguas del Mediterráneo,
el mar azul, 
en la costa de Almería 







miércoles, 12 de octubre de 2011

El Cabo de Gata desde el parque de El Toyo

El azul del cielo, el azul del mar... el marrón del Cabo de Gata y el verde del parque de El Toyo.
Con el zoom de mi cámara tomé estas fotos del Cabo de Gata desde El Toyo... No es el paraíso pero...¿verdad que se parece?




















Pasear por los parques de El Toyo, éste a orillas del Mediterráneo, o los que se le cruzan internamente, es un deleite para privilegiados.

Dicen que El Toyo aún está esperando quienes le elijan para disfrutarlo todo el año. Es un lugar nuevo, nació en el 2005 y la triste crisis económica evitó que su esplendor saltara antes al mundo... un lugar ideal para criar niños o para disfrutar de la tercera edad.

A escasos 15 minutos de Almería y a 5 de su aeropuerto ¿que más se puede desear?

lunes, 26 de septiembre de 2011

Sierra Alhamilla - video mostrando su belleza

                           Un deleite para los sentidos

Sierra Alhamilla, donde el cielo es más azul


Sin importar si lo que tenemos sobre nuestras cabezas es el astro rey o miles de estrellas que aquí parecen más relucientes, quizás porque las vemos  más cercanas o tal vez simplemente porque deben esmerarse en atraer la mirada de los mortales cuando a sus pies éstos tienen tanta belleza para deleitar los ojos;  sin tampoco importar si es otoño o primavera, verano o invierno, visitar Sierra Alhamilla es pisar un oasis de incomparable belleza.



En la parte más oriental de las Cordilleras Béticas se yergue un macizo de rocas rojizas en las que toma vida el verde, originando un refugio para muchos animales y un espectáculo para los sentidos.

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viernes, 23 de septiembre de 2011

El Castillo de Santa Ana, junto al azul de Mediterráneo




En Roquetas de Mar, sobre la costa que llega en olas azules hasta la orilla de sus milenarias piedras....


Conócelo.... AQUÍ está

jueves, 15 de septiembre de 2011

El Pájaro Azul de Rubén Darío

"Pájaro Azul", pintura de Aldo Rabouin Cantisani

París es teatro divertido y terrible. Entre los concurrentes al café Plombier, buenos y decididos muchachos - pintores, escultores, poetas - sí, ¡todos buscando el viejo laurel verde! ninguno más querido que aquel pobre Garcín, triste casi siempre, buen bebedor de ajenjo, soñador que nunca se emborrachaba, y, como bohemio intachable, bravo improvisador.
En el cuartucho destartalado de nuestras alegres reuniones, guardaba el yeso de las paredes, entre los esbozos y rasgos de futuros Clays, versos, estrofas enteras escritas en la letra echada y gruesa de nuestro amado pájaro azul.
El pájaro azul era el pobre Garcín. ¿No sabéis por qué se llamada así? Nosotros le bautizamos con ese nombre.
Ello no fue un simple capricho. Aquel excelente muchacho tenía el vino triste. Cuando le preguntábamos por qué cuando todos reíamos como insensatos o como chicuelos, él arrugaba el ceño y miraba fijamente el cielo raso, nos respondía sonriendo con cierta amargura...
-Camaradas: habéis de saber que tengo un pájaro azul en el cerebro, por consiguiente...

* * *

Sucedía también que gustaba de ir a las campiñas nuevas, al entrar la primavera. El aire del bosque hacía bien a sus pulmones, según nos decía el poeta.
De sus excursiones solía traer ramos de violetas y gruesos cuadernillos de madrigales, escritos al ruido de las hojas y bajo el ancho cielo sin nubes. Las violetas eran para Nini, su vecina, una muchacha fresca y rosada que tenía los ojos muy azules.
Los versos eran para nosotros. Nosotros los leíamos y los aplaudíamos. Todos teníamos una alabanza para Garcín. Era un ingenuo que debía brillar. El tiempo vendría. Oh, el pájaro azul volaría muy alto. ¡Bravo! ¡bien! ¡Eh, mozo, más ajenjo!

* * *

Principios de Garcín:
De las flores, las lindas campánulas.
Entre las piedras preciosas, el zafiro. De las inmensidades, el cielo y el amor: es decir, las pupilas de Nini.
Y repetía el poeta: Creo que siempre es preferible la neurosis a la imbecilidad.

* * *

A veces Garcín estaba más triste que de costumbre.
Andaba por los bulevares; veía pasar indiferente los lujosos carruajes, los elegantes, las hermosas mujeres. Frente al escaparate de un joyero sonreía; pero cuando pasaba cerca de un almacén de libros, se llegaba a las vidrieras, husmeaba, y al ver las lujosas ediciones, se declaraba decididamente envidioso, arrugaba la frente; para desahogarse volvía el rostro hacia el cielo y suspiraba. Corría al café en busca de nosotros, conmovido, exaltado, casi llorando, pedía un vaso de ajenjo y nos decía:
-Sí, dentro de la jaula de mi cerebro está preso un pájaro azul que quiere su libertad...

***
Hubo algunos que llegaron a creer en un descalabro de razón.

Un alienista a quien se le dio noticias de lo que pasaba, calificó el caso como una monomanía especial. Sus estudios patológicos no dejaban lugar a duda.
Decididamente, el desgraciado Garcín estaba loco.
Un día recibió de su padre, un viejo provinciano de Normandía, comerciante en trapos, una carta que decía lo siguiente, poco más o menos:
"Sé tus locuras en París. Mientras permanezcas de ese modo, no tendrás de mí un solo sou. Ven a llevar los libros de mi almacén, y cuando hayas quemado, gandul, tus manuscritos de tonterías tendrás mi dinero."
Esta carta se leyó en el Café Plombier.
-¿Y te irás?
-¿No te irás?
-¿Aceptas?
-¿Desdeñas?
¡Bravo Garcín! Rompió la carta y soltando el trapo a la vena, improvisó unas cuantas estrofas, que acababan, si mal no recuerdo:

¡Sí, seré siempre un gandul,
lo cual aplaudo y celebro,
mientras sea mi cerebro
jaula del pájaro azul! 

* * *

Desde entonces Garcín cambió de carácter. Se volvió charlador, se dio un baño de alegría, compró levita nueva, y comenzó un poema en tercetos titulados, pues es claro: El pájaro azul.
Cada noche se leía en nuestra tertulia algo nuevo de la obra. Aquello era excelente, sublime, disparatado.
Allí había un cielo muy hermoso, una campiña muy fresca, países brotados como por la magia del pincel de Corot, rostros de niños asomados entre flores; los ojos de Nini húmedos y grandes; y por añadidura, el buen Dios que envía volando, volando, sobre todo aquello, un pájaro azul que sin saber cómo ni cuando anida dentro del cerebro del poeta, en donde queda aprisionado. Cuando el pájaro canta, se hacen versos alegres y rosados. Cuando el pájaro quiere volar abre las alas y se da contra las paredes del cráneo, se alzan los ojos al cielo, se arruga la frente y se bebe ajenjo con poca agua, fumando además, por remate, un cigarrillo de papel.
He ahí el poema.
Una noche llegó Garcín riendo mucho y, sin embargo, muy triste.

* * *
La bella vecina había sido conducida al cementerio.
-¡Una noticia! ¡una noticia! Canto último de mi poema. Nini ha muerto. Viene la primavera y 

Nini se va. Ahorro de violetas para la campiña. Ahora falta el epílogo del poema. Los editores no se dignan siquiera leer mis versos. Vosotros muy pronto tendréis que dispersaros. Ley del tiempo. El epílogo debe titularse así: "De cómo el pájaro azul alza el vuelo al cielo azul".

* * *

¡Plena primavera! Los árboles florecidos, las nubes rosadas en el alba y pálidas por la tarde; el aire suave que mueve las hojas y hace aletear las cintas de los sombreros de paja con especial ruido! Garcín no ha ido al campo.
Hele ahí, viene con traje nuevo, a nuestro amado Café Plombier, pálido, con una sonrisa triste.
-!Amigos míos, un abrazo! Abrazadme todos, así, fuerte; decidme adiós con todo el corazón, con toda el alma... El pájaro azul vuela.
Y el pobre Garcín lloró, nos estrechó, nos apretó las manos con todas sus fuerzas y se fue.
Todos dijimos: Garcín, el hijo pródigo, busca a su padre, el viejo normando. Musas, adiós; adiós, gracias. ¡Nuestro poeta se decide a medir trapos! ¡Eh! ¡Una copa por Garcín!
Pálidos, asustados, entristecidos, al día siguiente, todos los parroquianos del Café Plombier que metíamos tanta bulla en aquel cuartucho destartalado, nos hallábamos en la habitación de Garcín. Él estaba en su lecho, sobre las sábanas ensangrentadas, con el cráneo roto de un balazo. Sobre la almohada había fragmentos de masa cerebral. ¡Qué horrible!
Cuando, repuestos de la primera impresión, pudimos llorar ante el cadáver de nuestro amigo, encontramos que tenía consigo el famoso poema. En la última página había escritas estas palabras: Hoy, en plena primavera, dejó abierta la puerta de la jaula al pobre pájaro azul.

* * *
¡Ay, Garcín, cuántos llevan en el cerebro tu misma enfermedad!

AZUL de Rubén Darío



AZUL es el libro de poemas y cuentos que el poeta nicaragüense Rubén Darío presentó el 30 de julio de 1888 en Valparaíso y dos años más tarde en Guatemala, en una segunda edición corregida y aumentada.

Es un compendio de poemas e historias escritas por Rubén Darío durante su permanencia en Chile (1886-1889) y no son textos originales ya que todos habían sido publicados en la prensa chilena.

En la primera edición el libro se leía un epígrafe de Víctor Hugo que decía: "L'art c'est l'azur".

Años más tarde el propio Rubén Darío negaba esta relación entre la frase y el supuesto autor y explicó que en la obra representaba el azul como lo que era para él: "el color del ensueño, del arte, un color helénico y homérico, color oceánico y firmamental"·


g.v.

Sobre el libro "Azul" de Rubén Darío

..... una carta dirigida al insigne poeta, escrita por Juan Valera en 1888




  Rubén Darío.







22 de octubre de 1888.

Todo libro que desde América llega a mis manos excita mi interés y despierta mi curiosidad; pero ninguno hasta hoy la ha despertado tan viva como el de usted, no bien comencé a leerlo.

Confieso que al principio, a pesar de la amable dedicatoria con que usted me envía un ejemplar, miré el libro con indiferencia..., casi con desvío. El título Azul... tuvo la culpa.

Víctor Hugo dice: L'art c'est l'azur; pero yo no me conformo ni me resigno con que tal dicho sea muy profundo y hermoso. Para mí tanto vale decir que el arte es lo azul como decir que es lo verde, lo amarillo o lo rojo. ¿Por qué, en este caso, lo azul (aunque en francés no sea bleu, sino azur, que es más poético) ha de ser cifra, símbolo y superior predicamento que abarque lo ideal, lo etéreo, lo infinito, la serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga y sin límites, donde nacen, viven, brillan y se mueven los astros? Pero, aunque todo esto y más surja del fondo de nuestro ser y aparezca a los ojos del espíritu evocado por la palabra azul, ¿qué novedad hay en decir que el arte es todo esto? Lo mismo es decir que el arte es imitación de la Naturaleza, como la definió Aristóteles: la percepción de todo lo existente y de todo lo posible y su reaparición o representación por el hombre en signos, letras, sonidos, colores o líneas. En suma: yo, por más vueltas que le doy, no veo en eso de que el arte es lo azul sino una frase enfática y vacía.

Sea, no obstante, el arte azul, o del color que quiera. Como sea bueno, el color es lo que menos importa. Lo que a mí me dio mala espina fue el ser la frase de Víctor Hugo, y el que usted hubiese dado por título a su libro la palabra fundamental de la frase. «¿Si será éste -me dije- uno de tantos y tantos como por todas partes, y sobre todo en Portugal y en la América española, han sido inficionados por Víctor Hugo?». La manía de imitarle ha hecho verdaderos estragos, porque la atrevida juventud exagera sus defectos, y porque eso que se llama genio, y que hace que los defectos se perdonen y tal vez se aplaudan, no se imita cuando no se tiene. En resolución: yo sospeché que era usted un Víctor Huguito, y estuve más de una semana sin leer el libro de usted.

No bien lo he leído, he formado muy diferente concepto. Usted es usted; con gran fondo de originalidad, y de originalidad muy extraña. Si el libro, impreso en Valparaíso en este año de 1888, no estuviese en muy buen castellano, lo mismo pudiera ser de un autor francés, que de un italiano, que de un turco o de un griego. El libro está impregnado de espíritu cosmopolita. Hasta el nombre y apellido del autor, verdaderos o contrahechos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resalte más. Rubén es judaico, y persa es Darío; de suerte que, por los nombres, no parece sino que usted quiere ser o es de todos los países, castas y tribus.

El libro Azul... no es, en realidad, un libro: es un folleto de ciento treinta y dos páginas; pero tan lleno de cosas y escrito por estilo tan conciso, que da no poco en qué pensar y tiene bastante que leer. Desde luego, se conoce que el autor es muy joven, que no puede tener más de veinticinco años; pero que los ha aprovechado maravillosamente. Ha aprendido muchísimo, y en todo lo que sabe y expresa muestra singular talento artístico o poético.

Sabe con amor la antigua literatura griega; sabe de todo lo moderno europeo. Se entrevé, aunque no hace gala de ello, que tiene el concepto cabal del mundo visible y del espíritu humano, tal como este concepto ha venido a formarse por el conjunto de observaciones, experiencias, hipótesis y teorías más recientes. Y se entrevé también que todo esto ha penetrado en la mente del autor, no diré exclusivamente, pero sí, principalmente, a través de libros franceses. Es más: en los perfiles, en los refinamientos, en las exquisiteces del pensar y del sentir del autor hay tanto de francés, que yo forjé una historia a mi antojo para explicármelo. Supuse que el autor, nacido en Nicaragua, había ido a París a estudiar para médico o para ingeniero o para otra profesión; que en París había vivido seis o siete años con artistas, literatos, sabios y mujeres alegres de por allá, y que mucho de lo que sabe lo había aprendido de viva voz y empíricamente con el trato y roce de aquellas personas. Imposible me parecía que de tal manera se hubiese impregnado el autor del espíritu parisiense novísimo sin haber vivido en París durante años.

Extraordinaria ha sido mi sorpresa cuando he sabido que usted, según me aseguran sujetos bien informados, no ha salido de Nicaragua sino para ir a Chile, en donde reside desde hace dos años a lo más.

¿Cómo, sin el influjo del medio ambiente, ha podido usted asimilarse todos los elementos del espíritu francés, si bien conservando española la forma que aúna y organiza estos elementos, convirtiéndolos en sustancia propia?

Yo no creo que se ha dado jamás caso parecido con ningún español peninsular. Todos tenemos un fondo de españolismo que nadie nos arranca ni a veinticinco tirones. En el famoso abate Marchena, con haber residido tanto tiempo en Francia, se ve el español; en Cienfuegos es postizo el sentimentalismo empalagoso a lo Rousseau, y el español está por bajo. Burgos y Reinoso son afrancesados y no franceses. La cultura de Francia, buena y mala, no pasa nunca de la superficie. No es más que un barniz transparente, detrás del cual se descubre la condición española.

Ninguno de los hombres de letras de esta Península, que he conocido yo, con más espíritu cosmopolita, y que más largo tiempo han residido en Francia y que han hablado mejor el francés y otras lenguas extranjeras, me ha parecido nunca tan compenetrado del espíritu de Francia como usted me parece; ni Galiano, ni don Eugenio de Ochoa, ni Miguel de los Santos Álvarez. En Galiano había como una mezcla de anglicismo y de filosofismo francés del siglo pasado; pero todo sobrepuesto y no combinado con el ser de su espíritu, que era castizo. Ochoa era, y siguió siendo siempre, archi y ultraespañol, a pesar de sus entusiasmos por las cosas de Francia. Y en Álvarez, en cuya mente bullen las ideas de nuestro siglo, y que ha vivido años en París, está arraigado el ser del hombre de Castilla, y en su prosa recuerda el lector a Cervantes y a Quevedo, y en sus versos a Garcilaso y a León, aunque, así en versos como en prosa, emita él siempre ideas más propias de nuestro siglo que de los que pasaron. Su chiste no es el esprit francés, sino el humor español de las novelas picarescas y de los autores cómicos de nuestra peculiar literatura.

Veo, pues, que no hay autor en castellano más francés que usted. Y lo digo para afirmar un hecho, sin elogio y sin censura. En todo caso, más bien lo digo como elogio. Yo no quiero que los autores no tengan carácter nacional; pero yo no puedo exigir de usted que sea nicaragüense, porque ni hay ni puede haber aún historia literaria, escuela y tradiciones literarias en Nicaragua. Ni puedo exigir de usted que sea literariamente español, pues ya no lo es políticamente, y está, además, separado de la madre patria por el Atlántico, y más lejos, en la república donde ha nacido, de la influencia española, que en otras repúblicas hispanoamericanas. Estando así disculpado el galicismo de la mente, es fuerza dar a usted alabanzas a manos llenas por lo perfecto y profundo de este galicismo; porque el lenguaje persiste español, legítimo y de buena ley, y porque si no tiene un carácter nacional, posee carácter individual.

En mi sentir, hay en usted una poderosa individualidad de escritor, ya bien marcada, y que, si Dios da a usted la salud que yo le deseo y larga vida, ha de desenvolverse y señalarse más con el tiempo en obras que sean gloria de las letras hispanoamericanas.

Leídas las ciento treinta y dos páginas de Azul..., lo primero que se nota es que está usted saturado de toda la más flamante literatura francesa. Hugo, Lamartine, Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Gautier, Bourget, Sully Proudhomme, Daudet, Zola, Barbey d'Aurevilly, Catulo Mendès, Rollinat, Goncourt, Flaubert y todos los demás poetas y novelistas han sido por usted bien estudiados y mejor comprendidos. Y usted no imita a ninguno: ni es usted romántico, ni naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano.

 Usted lo ha revuelto todo, lo ha puesto a cocer en el alambique de su cerebro y ha sacado de ello una rara quintaesencia.

Resulta de aquí un autor nicaragüense, que jamás salió de Nicaragua sino para ir a Chile, y que es autor tan a la moda de París y con tanto chic y distinción, que se adelanta a la moda y pudiera modificarla e imponerla.

En el libro hay Cuentos en prosa y seis composiciones en verso. En los cuentos y en las poesías todo está cincelado, burilado, hecho para que dure, con primor y esmero, como pudiera haberlo hecho Flaubert o el parnasiano más atildado. Y, sin embargo, no se nota el esfuerzo ni el trabajo de la lima, ni la fatiga del rebuscar; todo parece espontáneo y fácil y escrito al correr de la pluma, sin mengua de la concisión, de la precisión y de la extremada elegancia. Hasta las rarezas extravagantes y las salidas de tono, que a mí me chocan, pero que acaso agraden en general, están hechas adrede. Todo en el librito está meditado y criticado por el autor, sin que ésta, su crítica previa o simultánea de la creación, perjudique al brío apasionado y a la inspiración del que crea.

Si se me preguntase qué enseña su libro de usted y de qué trata, respondería yo sin vacilar: no enseña nada, y trata de nada y de todo. Es obra de artista, obra de pasatiempo, de mera imaginación. ¿Qué enseña o de qué trata un dije, un camafeo, un esmalte, una pintura o una linda copa esculpida?

Hay, sin embargo, notable diferencia entre toda escultura, pintura, dije y hasta música, y cualquier objeto de arte cuya material es la palabra. El mármol, el bronce y el sonido, no diré yo que sutilizando mucho no puedan significar algo de por sí; pero la palabra, no sólo puede significar, sino que forzosamente significa ideas, sentimientos, creencias, doctrinas y todo el pensamiento humano. Nada más factible, a mi ver (acaso porque yo soy poco agudo), que una bella estatua, un lindo dije, un cuadro primoroso, sin trascendencia o sin símbolo; pero ¿cómo escribir un cuento o unas coplas sin que deje ver el autor lo que niega, lo que afirma, lo que piensa o lo que siente? El pensamiento, en todas las artes, pasa con la forma desde la mente del artista a la sustancia o materia del arte; pero en el arte de la palabra, además del pensamiento que pone el artista en la forma, la sustancia o materia del arte, es pensamiento también, y pensamiento del artista. La única materia extraña al artista es el Diccionario, con las reglas gramaticales que siguen las voces en su combinación; pero como ni palabras ni combinación de palabras pueden darse ni deben darse sin sentido, de aquí que materia y forma sean en poesía y en prosa creación del escritor o del poeta; sólo quedan fuera de él, digámoslo así, los signos hueros, o sea abstrayendo lo significado.

De esta suerte se explica cómo, con ser su libro de usted de pasatiempo, y sin propósito de enseñar nada, en él se ven patentes las tendencias y los pensamientos del autor sobre las cuestiones más trascendentales. Y justo es que confesemos que los dichos pensamientos no son ni muy edificantes ni muy consoladores.

La ciencia de experiencia y de observación ha clasificado cuanto hay, y ha hecho de ello hábil inventario. La crítica histórica, la lingüística y el estudio de las capas que forman la corteza del globo han descubierto bastante de los pasados hechos humanos que antes se ignoraban; de los astros que brillan en la extensión del éter se sabe muchísimo; el mundo de lo imperceptiblemente pequeño se nos ha revelado merced al microscopio; hemos averiguado cuántos ojos tiene tal insecto y cuántas patitas tiene tal otro; sabemos ya de qué elementos se componen los tejidos orgánicos, la sangre de los animales y el jugo de las plantas; nos hemos aprovechado de agentes que antes se sustraían al poder humano, como la electricidad; y, gracias a la estadística, llevamos minuciosa cuenta de cuanto se engendra y de cuanto se devora; y si ya no se sabe, es de esperar que pronto se sepa la cifra exacta de los panecillos, del vino y de la carne que se come y se bebe la Humanidad a diario.

No es menester acudir a sabios profundos: cualquier sabio adocenado y medianejo de nuestra edad conoce hoy, clasifica y ordena los fenómenos que hieren los sentidos corporales, auxiliados estos sentidos por instrumentos poderosos que aumentan su capacidad de percepción. Además, se han descubierto, a fuerza de paciencia y de agudeza, y por virtud de la dialéctica y de las matemáticas, gran número de leyes que dichos fenómenos siguen.

Natural es que el linaje humano se haya ensoberbecido con tamaños descubrimientos e invenciones; pero no sólo en torno y fuera de la esfera de lo conocido y circunscribiéndola, sino también llenándola, en lo esencial y sustancial, queda un infinito inexplorado, una densa e impenetrable oscuridad, que parece más tenebrosa por la misma contraposición de la luz con que ha bañado la ciencia la pequeña suma de cosas que conoce. Antes, ya las religiones, con sus dogmas, que aceptaban la fe; ya la especulación metafísica, con la gigantesca máquina de sus brillantes sistemas, encubrían esa inmensidad incognoscible, o la explicaban o la daban a conocer a su modo. Hoy priva el empeño de que no haya ni metafísica ni religión. El abismo de lo incognoscible queda así descubierto y abierto, y nos trae y nos da vértigo, y nos comunica el impulso, a veces irresistible, de arrojarnos en él.

La situación, no obstante, no es incómoda para la gente sensata de cierta ilustración y fuste. Prescinden de lo trascendente y de lo sobrenatural para no calentarse la cabeza ni perder el tiempo en balde. Esta eliminación les quita no pocas aprensiones y cierto miedo, aunque a veces les infunde otro miedo y sobresalto fastidiosos. ¿Cómo contener a la plebe, a los menesterosos, hambrientos e ignorantes, sin ese freno que ellos han desechado con tanto placer? Fuera de este miedo que experimentan algunos sensatos, en todo lo demás no ven sino motivo de satisfacción y parabienes.

Los insensatos, en cambio, no se aquietan con el goce del mundo, hermoseado por la industria e inventiva humanas, ni con lo que se sabe, ni con lo que se fabrica, y anhelan averiguar y gozar más.

El conjunto de los seres, el Universo todo, cuanto alcanzan a percibir la vista y el oído, ha sido como idea coordinada metódicamente en una anaquelería o casillero para que se comprenda mejor; pero ni este orden científico ni el orden natural, tal como los insensatos le ven, lo satisface. La molicie y el regalo de la vida moderna los han hecho muy descontentadizos. Y así, ni del mundo tal como es, ni del mundo tal como le concebimos, se forma idea muy aventajada. Se ven en todo faltas, y no se dice lo que dicen que dijo Dios: que todo era bueno. La gente se lanza con más frecuencia que nunca a decir que todo es malo; y en vez de atribuir la obra a un artífice inteligentísimo y supremo la supone obra de un prurito inconsciente de fabricar cosas que hay ab aeterno en los átomos, los cuales tampoco se sabe a punto fijo lo que sean.

Los dos resultados principales de todo ello en la literatura de última moda son:
Primero. Que se suprima a Dios o que no se le miente sino para insolentarse con Él ya con reniegos y maldiciones ya con burlas y sarcasmos.

Segundo. Que en ese infinito tenebroso e incognoscible perciba la imaginación, así como en el éter, nebulosas o semilleros de astros, fragmentos y escombros de religiones muertas, con los cuales procura formar algo como ensayo de nuevas creencias y de renovadas mitologías.

Estos dos rasgos van impresos en su librito de usted. El pesimismo, como remate de toda descripción de lo que conocemos, y la poderosa y lozana producción de seres fantásticos, evocados o sacados de las tinieblas de lo incognoscible, donde vagan las ruinas de las destrozadas creencias y supersticiones vetustas.

Ahora será bien que yo cite muestras y pruebe que hay en su libro de usted, con notable elegancia, todo lo que afirmo; pero esto requiere segunda carta.----   Para leer esa segunda carta clikq AQUÍ






Destino: Casa Pueblo, un paraíso para visitar en la costa uruguaya




En un mundo de blancos y azules donde la espectacularidad es quién reina: 
Dejarse fascinar por los atardeceres vistos desde las terrazas de Casa Pueblo es un ritual que se repite tarde a tarde y es una forma de sentir, durante unos minutos, que se está en el mismísimo paraíso.

Casa Pueblo, extraña edificación que cabalga sobre el lomo de la ballena

A pocos kilómetros de Punta del Este, el balneario internacional por excelencia del Uruguay, cerrando la bahía de Maldonado se encuentra Punta Ballena.

Allí, el sueño de un visionario convirtió el lomo árido del cetáceo, en un edificio de cuento de hadas.

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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Mojácar, Entre el cielo y la tierra

El Toyo, Vivir en el Paraíso

Habitar el paraíso: El Toyo

Habitar el paraíso no es un paradigma potestad  de las religiones;  aunque hay lugares en los que vivir nos hace pensar en que hay un Ser Superior que nos permite gozar del paraíso utilizando los sentidos de los mortales.

Uno de esos sitios privilegiados está enclavado entre el desierto y el mar, dónde los ocres inciertos de la tierra con sed y el azul más puro, el del Mediterráneo,  se abren para dejar sitio a dos localidades cobijadas en la zona del área metropolitana de la ciudad de Almería.

A 13 kilómetros del centro de la capital de la provincia de igual nombre están, Retamar y El Toyo; dos urbanizaciones hermanadas a partir de los Juegos del Mediterráneo del 2005, motivo que dio nacimiento a ésta última.

Dos estilos edilicios diferentes que se complementan y se unifican en un parque formado por especies autóctonas de zona semidesértica, que permite perderse por sus senderos sin dejar de ver el sol y disfrutando de la sombra.

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viernes, 9 de septiembre de 2011

Tu pupila es azul



El poema de Becquer es bello, leer es un placer, oírlo más aún.  Pincha AQUÍ para soñar con él.



Tu pupila es azul



Tu pupila es azul, y cuando ríes, 
su claridad suave me recuerda 
el trémulo fulgor de la mañana 
que en el mar se refleja. 

Tu pupila es azul, y cuando lloras, 
las transparentes lágrimas en ella 
se me figuran gotas de rocío 
sobre una violeta. 

Tu pupila es azul, y si en su fondo 
como un punto de luz radia una idea 
me parece, en el cielo de la tarde, 
¡una perdida estrella!


Encontré sobre azules, navegando en el mar azul de Internet

Navegar en el mar es vestirse de azul, no importa si ese mar es líquido y surcamos sobre él, o si es éter en el que corren las ondas que trasmiten los bits, y megabites y tus palabras y las mías a través de Internet.



                                Pintura, fantástica recreación de un iris azul, de José Ma. Madrid, cuya galería con bellísimas pinturas en los que destaca el color del cielo, puede verse pinchando en su nombre. 


Versos de Tinta Azul


Cien lágrimas azules cuando fluyen,
como vagón fantasma mal vestido
de palabra y de amor que se ha perdido,
queman sin fuego el pecho y después huyen

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Niña Azul

"Estás lejos. Y eres la visión la sombra
que veo como a las ramas de un árbol
en una noche de invierno
Los treiles me están diciendo
que vuelves
Espero, mientras respiro el olor de la vela
recién apagada


Si vienes, me digo
te ofreceré, al salir el Sol, mis cantos
y mis Sueños
y te daré un vestido hermoso
recogeré para ti flores de las que crecen
junto al agua

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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Es el planeta azul, nuestra casa

¿Porqué ponemos tan poco empeño en conservarla, 
si es bellísima?


sábado, 3 de septiembre de 2011

Las Negras, entre sosegada belleza y leyendas de amor




En la aridez del levante almeriense, ávidos de mar surgen en la costa del Cabo de Gata, pueblos blancos, ayer sólo de pescadores, hoy invitación al turismo.

La espectacular geología almeriense esconde en su maravilloso cofre, un sinnúmero de joyas.

Entre ellas encontramos a Las Negras, asomada al mar desde el centro de una de las tantas bahías de belleza incuestionable, que forman el contorno ondulado del Parque Natural de Cabo de gata; un núcleo poblado muy diferente ahora, al que un día nació de la tragedia. 


Un entorno de playa y roquedales

La bahía de Las Negras está cerrada por una formación rocosa, el Cerro Negro, desde donde se extienden 650 metros de playa de arena oscura, rocas y grava,

Es playa de poca profundidad y de aguas tranquilas.

Bajo su superficie azul se despliega otro paisaje espectacular, que hace las delicias de los aficionados al buceo. 
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De Villa Olímpica a enclave turístico de primer nivel

Su cielo es tan azul, como el mar que le besa.


Visitar El Toyo es soñar en un entorno de ocres y verdes, enmarcados en azules.



A escasos 10 minutos de la ciudad de Almería y a un paso (quizás medio paso) del aeropuerto, se levanta la urbanización de El Toyo.

En junio de 2005 Almería recibía los Juegos Mediterráneos de ese año. Era la ciudad más pequeña en albergar estas olimpiadas, organizadas entre los países con costa sobre el Mar Mediterráneo.

Enclaves deportivos para disfrutar muchos años


El desafío de organizar los Juegos Mediterráneos del 2005 fue enorme para la ciudad de Almería.
La provincia entera se volcó en ello y la actividades deportivas se repartieron, lo mismo que la infraestructura necesaria que quedó como dádiva al futuro, entre diferentes sitios de la provincia.

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